martes, 19 de noviembre de 2013

Mudo Olvidado. La persona Esperada

Los cornos sonaron con fuerza haciendo eco en la cueva  y a su vez despertando a todos los hombres que en ella  dormían; el sol estaba por ocultarse  tras el horizonte, permitiéndoles desplazarse  por el desierto en búsqueda de agua, comida y refugio. 

Tadio recogió todas sus cosas, las pieles sobre las que dormía, las cantimploras llenas de agua, las sobras de carne que había dejado secando en un lugar cerca de la salida de la cueva, y las guardo en un gran bolso de cuero que el mismo había hecho.  Cuando estuvo seguro que todo estaba bien guardado, puso el bolso en la parte trasera de su montura, un murak negro llamado Tuma. Los mural eran la mejor montura que un nómada del desierto podía tener; eran animales grandes y fuertes que podían resistir meses si beber una sola gota de agua, además tenían unas poderosas patas delanteras tan fuertes que podían atravesar roca solida, lo que les permitía a los nómadas ampliar el espacio  de las cuevas o incluso hacerlas de ser necesario; pero la habilidad mas importante que tenían los murak era su olfato para encontrar agua. Era esa misma habilidad lo que había salvado la vida de Tadio incontables veces, durante aquellos años en los que viajo solo por el desierto, antes de unirse al grupo con el que ahora viajaba.

Cundo estaba  a punto de salir de la cueva y adelantare un podo a la caravana, se dio cuenta de que algo callo de uno de los bolsillo de su bolso de cuero, al recogerlo noto que era aquel collar hecho con hilos de colores azul, blando y rojo; que además llevaba como dije una piedra color  violeta ; promesa ; rezaba la inscripción tallada con torpeza en ella. Al leerla su mente comenzó ha evocar todos aquellos recuerdos, buenos y malos,  que torturaban su mente a diario y lo llenaba de culpa y nostalgia .

  Dimia tenia 11 años cuando él cumplió los 15, edad en la que los hombres debían convertirse en exploradores y buscar agua y comida para la tribu. Los peligros de esta labor eran muchos, iban  desde la insolación y la deshidratación, hasta perderse en el desierto o ser víctima de algunos de las bestias que vivían bajo la arena. Por esa razón el día antes de partir en su primera exploración ella le regalo aquel collar como un amuleto para que él cumpliera la promesa de siempre regresar sano y salvo. Y era precisamente aquel collar lo que le impulsaba todos los días a volver levantar y continuar con su búsqueda.

El recuerdo del día que la perdió,  permanecía gravado en su memoria con total claridad. Un grupo de bandidos había atacado a una de sus caravanas y le había robado toda en agua y comida que traían, pero no contentos con esto, se habían atrincherado además, en una de las fosas de agua principales de su aldea, dejando a la tribu sin su mayor suministro de agua. Para recuperarla todos los hombres de la andes partieron con la intención de hacer pedazos a aquel grupo de bandidos, quedando atrás sol unos pocos, para no dejar completamente desprotegida la aldea . Todavía podía recordar como ella le había rogado que no se fuera, pues tenía un muy mal presentimiento, el como él se había negado por completo a su petición; recordaba con claridad las silenciosas lágrimas se resbalaron por su mejillas cuando se monto en su mural listo para abandonar la cueva, podía incluso oír el eco que hacían sus bajos sollozos en las paredes y el como  le retumbaban en sus oídos. Pero ese día su deber para con la tribu esta por encima de su deber con ella, así que abandono la cueva sin siquiera mirar atrás, junto con el grupo de hombres armados y listos para lo que suponían que seria un dura batalla.

Pero se equivocaron por completo, vencer a los bandidos fue increíblemente fácil, apenas opusieron resistencia, y así, cuando la luna se alzaba imponente en lo alto del cielo, no quedaba ni un solo bandido en pie. Tras terminar la batalla creyeron que podían darse el lujo de festejar una noche, antes de volver a casa cargados con comida en abundancia, que habían conseguid como botín, y agua fresca ; pero pronto de dieron cuente de que habían caído en una trampa, cuando el primero en beber el agua de la fosa, callo muerto unos segundos después, la habían envenenado.

Solo les tomo un momento entender que era lo que realmente estaba pasando, la razón por la cual había sido tan fácil vencer a los bandidos y recuperar la fosa. El objetivo de estos no fue en ningún momento quedare con esta, sino obligarlos a salir de su cueva, dejando a su gente indefensa y a merced de una banda de bandidos tan numerosa. Tardaron menos de un minuto en emprender el apresurado retorno a casa: ya no tenían agua ni comida y estaban cansados, pero aun así no pararon, tampoco lo hicieron cuando el sol comenzó a asomare por el horizonte y sus rayos a quemar sus pieles. Todo por llegar lo mas pronto a casa, con la esperanza de que los jóvenes que se quedaron en la cueva hubieran sido capaces de frenar a los bandidos, sabían que era una esperanza sin sentido, pero aun así se aferraron a ella en cada momento. Pero cuando llegaron por fin sus esperanzas se vieron destruidas; todo dentro de la cueva estaba hecha pedazos, habían saqueado todo, no quedaba agua ni comida alguna. Los cadáveres de los jóvenes que intentaron proteger la tribu estaban por todas partes, al igual que el de la gran mayoría de los niños varones, muchas mujeres habían sido violadas y otras además mutiladas.

Tadio busco a Dimia por todos lados, pero no fue capaz de encontrarla, ni viva ni muerta; después de hablar con algunas de las supervivientes del ataque, descubrió que los bandidos se llevaron a muchas jóvenes, según escucho un de las mujeres, las iban a vender como esclavas a la ciudad bajo la arena. Tras saber eso se sintió desolado por barios días, pero finalmente se decidió a actuar; pese a los consejos que le dieron los hombres más viejos de la tribu, se decidió a partir en búsqueda de los bandidos y con un poco de suerte también la encontraría a ella; de eso así ya 5 años . En ese tiempo había estado a punto de morir muchas beses, había padecido hambre y sed, pero jamas se había rendido; porque el día en que partió se haba hecho una promesa, la de no descansar hasta encontrarla, y era esa promesa lo que lo levantaba todos los días y lo impulsaba a seguir adelante en cada momento.

La caravana comenzaba  a avanzar, protegida por el oscuro manto de la noche y observada únicamente por la luna, que comenzaba su camino por el cielo, Tadio subió a su mural y se unió pronto a la caravana, que lo aventajaba por unos pocos metros. Frente a él se encontraba la infinidad del mar de arena,y unos quilómetros más allá de donde alcanzaba su vista, se encontraba una frondosa jungla, en la cual una joven thasai vive como una kaipasai, mientras espere pacientemente  a que lleguen por ella.

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